La Cocina Solar
Por Sue LeBeau
Traducción de Gerard Casas
Hace miles de años los griegos y los romanos tomaron conciencia de que el Sol es la gran fuente de luz y calor del mundo. En consecuencia, diseñaron sus hogares y ciudades de modo que todos pudieran beneficiarse de su inagotable energía. El Sol estaba en el corazón de sus vidas. Hoy en día, damos la energía que recibimos del Sol por sentada, y muchos estudiantes no tienen la menor conciencia de que esa es la fuente energética original para todas nuestras actividades diarias. Tan sólo con activar el interruptor tenemos acceso a una iluminación digna, para calentar nuestros hogares sólo basta con poner en marcha el termostato y, con la misma accesibilidad, podemos cocinar nuestros alimentos. Para la realización de la mayoría de estas actividades estamos quemando combustibles fósiles y contribuyendo al incremento en los niveles de gases de efecto invernadero presentes en la atmosfera de la Tierra.
Una vez los estudiantes comprenden las consecuencias medioambientales que acarrea la quema de combustibles fósiles, el siguiente paso es preguntar: ¿Y ahora qué podemos hacer?
¿Cómo podemos satisfacer nuestras necesidades de luz y calor sin generar contaminación? Sin embargo, aunque los estudiantes son bien conscientes de que el Sol constituye una fuente de luz, en muchos casos son pocos los que han descubierto la aventura que supone el uso de la energía solar en las tareas culinarias del día a día.
La preparación de sus platos favoritos, como salchichas, galletas o pizza, mediante la construcción de hornos solares constituye un modo práctico y divertido de experimentar las posibilidades de la captura de energía solar para nuestras necesidades diarias. Un horno solar es simplemente un contenedor poco profundo con un interior de papel de aluminio, una cubierta de cristal o plexiglass y una tapa reflectora. La teoría que el horno esconde es simple: concentrar y capturar la energía del Sol en un contenedor cuyas dimensiones sean suficientes para la cocción de alimentos.
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