Y si la enseñanza fuera salvaje?
Por Anthony Weston
Traducido por Karina Rivas-Careaga
Vivimos en tiempos de transición.
La mayor parte de nuestras instituciones sociales simplemente no son sostenibles en sus formas actuales. Los lectores de esta publicación ya saben, estoy seguro, lo que quiero decir. Las escuelas están entre esas instituciones. Las escuelas hasta pueden ser arquetipos de ellas. El problema para nosotros como maestros es que trabajamos para las escuelas – ahora, y no en un futuro añorado. Quermos, necesitamos despertar a nuestros alumnos al vasto mundo salvaje que nos rodea y sostiene a cada momento, pero elejimos (o intentamos) hacerlo esto dentro de las mismas escuelas, instituciones que casi por diseño nos alejan de la experiencia de un mundo mayor, de los ritmos naturals, seres naturales, de los flujos de inspiración y conocimiento más que humanos.
No es bueno lamentarse por la dificultad de la tarea. Lo que necesitamos son estrategias para lidiar con ella. Quiero sugerir algunas. Fíjense, sin embargo, que éstas podrían requerir «volverse salvaje» en formas que no hemos exactamente reconocido. Por la misma razón, volverse salvaje de esta manera también podría ser pedagógica y desenfrenadamente revigorizante. Y quizá, de alguna manera bastante divertida, el carácter profundamente problemático y auto encerrado que tienen las escuelas como nosotros las sabemos, hasta puede ser girado, créalo o no, para nuestra ventaja.
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