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El desarrollo sostenible y la educación del arte

Por Iván Asin

Se nos advirtió hace ya más de una década. Aproximadamente dos tercios de los sistemas que satisfacen nuestras necesidades básicas se encuentran colapsando, a punto de colapsar o más allá del punto de recuperación[i]. Sin embargo, esta información no ha tenido ningún efecto significativo en la política educativa, al menos en los Estados Unidos, y, por lo tanto, podemos especular que el tema del desarrollo sostenible tampoco ha sido una prioridad en nuestras escuelas. Y tiene mucho sentido si consideramos que los formuladores de políticas y administradores escolares están raramente interesados ​​en comprometerse con iniciativas que no le otorguen resultados a corto plazo o que a lo sumo sean cuantificables. Por lo tanto, y lamentablemente, los programas que pueden fomentar conciencia ambiental entre nuestros estudiantes son generalmente poco considerados, dado que los resultados de dichos programas casi siempre dan frutos a largo plazo, y por ende, no otorgan reconocimiento a estos individuos directamente[ii].

Con este problema en mente, comencé a pensar en formas en las que podría de alguna forma ‘bypass’ este obstáculo a través de mi área de enseñanza, las artes visuales. Más específicamente, mi enfoque como educador ha sido desde hace varios años la investigación y el desarrollo de formas en que mis alumnos puedan elaborar sus propios materiales y herramientas de arte mediante el uso de recursos locales. Dado que el desarrollo sostenible es esencialmente un problema de materiales, espero que este enfoque de aprendizaje haya hecho que mis alumnos estén más conscientes de las inherentes implicaciones ambientales, sociales y económicas de los proyectos artísticos en los que se embarcan, y les permita aprender sobre las artes visuales de manera sostenible. En ese sentido, mi propia experimentación me guio hacia la conclusión de que para el desarrollo de prácticas artísticas sostenibles, a nivel educativo, es necesario que las artes visuales y la ciencia sean experimentadas como disciplinas de necesidad mutua[iii]. Es decir, no ocupar el arte únicamente como recurso visual en iniciativas meramente científicas, lo que es por cierto muy común en apuestas interdisciplinarias. Solo entonces, y mediante el estudio de procesos artísticos premodernos, es posible establecer una conexión significativa entre la educación del arte y la educación para el desarrollo sostenible[iv].

A continuación, voy a presentar tres ejemplos de cómo un programa de arte sostenible puede implementarse en diferentes entornos, así como algunos de los procesos artísticos que podrían tomarse en consideración. Primero, voy a compartir formas en que prácticas artísticas sostenibles pueden llevarse a cabo en un entorno escolar tradicional urbano, y cómo los miembros de la comunidad, dentro y fuera de la escuela, pueden convertirse en actores importantes en su proceso. En segundo lugar, voy a analizar las profundas conexiones que los procesos artísticos pueden generar entre las personas en entornos rurales y la riqueza de posibilidades que dichos ofrecen. Por último, voy a proporcionar ideas para desarrollar un estudio de arte sostenible en escuelas o entornos donde los fondos y los recursos sean limitados.

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