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Evaluación de riesgo en actividades al aire libre

Crédito de foto: Rosa Barcotti

Por Rosa Barcotti

Traducido por Bibi Calderaro

“La vida en sí misma es peligrosa. La vida está llena de riesgos, y esperemos que así se mantenga. Sin tomar riesgos, ningún niñe jamás aprendería a caminar o andar en bicicleta. Ningún adulte jamás emprendería la práctica de un deporte nuevo. Ninguna compañía jamás crearía nuevos productos,” escribe Ken Finch, fundador del Instituto Corazones Verdes para una Infancia con Naturaleza. “De esta manera, el objetivo no debiera ser eliminar todo riesgo de la vida de nuestres niñes, sino más bien administrarlos y mantenerlos en perspectiva.”[1]

Como educadora registrada en educación temprana, parte de mi trabajo es el de evaluar el riesgo del patio de la escuela diariamente. Evalúo las actividades en que les niñes están interesades y las que yo tengo para ofrecerles, velando por la existencia de cualquier peligro que pudiera asechar a mis estudiantes. Si hubiera niñes con necesidades particulares, yo determino la posible respuesta a esa experiencia. Una vez que mi evaluación de riesgo está hecha, puedo invitar a les niñes a jugar. Es importante entender que, si el juego ocurre en un ambiente que es “suficientemente seguro,” éste no está libre de riesgos. Yo comparto la responsabilidad de seguridad con mis estudiantes. Es importante que elles aprendan a evaluar y tomar riesgos manejables por sí mismos.

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