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Nuevo país, nuevo hogar, nueva naturaleza

Por Adrienne Blattel

Traducido por Anabella Mazzaferri 

El verano pasado, organicé un campamento de fin de semana para aprender a navegar en canoa por el areno-so Rouge River, al norte de Montreal, Canadá. Como en la mayoría de las salidas en canoa, tuvimos nuestra cuota de paisajes apacibles, músculos adoloridos y camaradería. Algo inusual fue  mi exhausto compañero de remo Abdel, quien valientemente observaba el Ramadán mientras practicaba piragüismo por primera vez. Esta celebración que dura un mes y es de origen musulmán, conlleva restringir la ingesta de comidas y bebidas antes de la caída del sol, esta vez se celebraba en agosto. En esta parte del mundo, agosto es el mes perfecto para aprender practicar piragüismo ya que la cantidad de mosquitos es mínima.

Este campamento de fin de semana formó parte de lo que denomino un programa recreativo intercultural al aire libre y está compuesto por una serie de actividades de exterior diseñadas para reunir a nuevos inmigrantes y “locales”, y darles la oportunidad de practicar algunos pasatiempos típicos canadienses, como ir de campamento, remar, patinar y hacer caminatas con raquetas de nieve. Me resultó interesante tratar de diseñar actividades que fueran ampliamente inclusivas y atractivas. Abdel tuvo una experiencia positiva y memorable, aunque tuvimos suerte de que el clima estuviese fresco y de que Abdel estuviese en forma. En este artículo, les compartiré otras buenas anécdotas y experiencias, la idea detrás del programa, las lecciones aprendidas y algunas posibilidades en puerta.

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