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Autobuses caminantes

por Elise Houghton

Traducido por Sabrina Sanchez

 

¿Recuerdas que ibas caminando a la escuela en tu niñez? Hasta los años setenta la mayoría de los niños de zonas urbanas iban a la escuela de una forma amigable con el medioambiente y rentable: caminando. En el camino, disfrutaban de la compañía de sus hermanos, amigos y un poco de ejercicio saludable. Hace 25 años, casi el 80 por ciento de los estudiantes de tercer grado en Canadá caminaban o iban en bicicleta a la escuela sin la compañía de los adultos. Actualmente ese número está por debajo del 10 por ciento[1]. En los Estados Unidos, se estima que solo el 13 por ciento de los estudiantes van a la escuela caminando.[2] Con la congestión del tráfico que aumenta en los centros urbanos y la preocupación por los abusos sexuales o secuestros al alza, más y más padres llevan a los hijos a la escuela en automóvil, incluso a cortas distancias. Los resultados: aislamiento social, más tráfico vehicular, menos vibrantes (y a menudo menos seguras) calles de la ciudad, calidad del aire más baja en los alrededores de las escuelas y refuerzo de los hábitos y actitudes que ha hecho a nuestra sociedad tan dependiente de los combustibles fósiles y de los automóviles privados.

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