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La fuerza del viento: Te llevará por los aires

por Marcee Camenson y Michelle Finchum

Capturar la energía del viento para realizar un trabajo es una práctica tan vieja como la historia escrita. Sacaron provecho del viento hace más de 4.000 años para energizar buques de navegación de exploradores y mercaderes de tiempos de antaño; y los primeros molinos de viento se usaban para moler granos y bombear agua en Persia en el Siglo X. En el Siglo XIV, los molinos de viento extraían el agua de los campos ubicados en los Países Bajos y desplazaban dicha agua hacia Francia con fines de  irrigación. En América del Norte durante el Siglo XIX  se construyeron miles de molinos de viento para bombear agua para los campos y para el ganado, haciendo posible que los colonizadores se mudaran a tierras semiáridas del oeste. Los molinos de viento diseñados para producir electricidad—una innovación holandesa de 1891—hicieron posible que las personas en áreas rurales produjeran su propia electricidad para energizar luces, herramientas y, posteriormente, radios. Sin embargo, a pesar de su largo servicio a la sociedad, los días de energía eólica parecieron terminarse durante la década de 1930. Como la demanda para energía crecía y los sistemas eléctricos se extendían a las áreas rurales, millones de molinos de viento de escala pequeña cayeron en desuso, remplazados por plantas de generación de electricidad de escala grande las cuales quemaban abundantes combustibles fósiles baratos.

Pocos hubieran podido predecir el renacimiento de energía eólica que ocurre en la actualidad. Debido a mejoramientos tecnológicos y costos en declive, la energía eólica es la fuente mundial de energía que más rápidamente crece. Mundialmente, la capacidad de energía eólica se cuadriplicó entre 1997 y 2002, un aumento promedio de 32 por ciento al año.1 Las turbinas eólicas a gran escala ahora suministran electricidad a casas y a industrias en 32 estados estadounidenses y en  7 provincias y territorios canadienses. Aproximadamente 80 por ciento de la capacidad mundial de la energía eólica está en Europa, sin embargo en Dinamarca, un quinto de toda la electricidad proviene de la energía eólica, y en Alemania se duplica la cantidad de electricidad generada por viento de toda América del Norte.

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