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Investigando la calidad del aire

Por Esther Railton Rice y Janice Gardner-Loster
Ilustraciones por Tom Goldsmith
Traducido por Michelle Bortoni Aguirre

¡De prisa! ¿Sabes de donde proviene el aire de tu siguiente respiración? Nos estamos volviendo mucho más conscientes de la necesidad de aire puro. Sin embargo, en el crecimiento de la población en las últimas décadas, la urbanización, industrialización y el uso de automóviles han aumentado de manera dramática la contaminación del aire, no solo en ciudades y suburbios, sino que también en áreas rurales. Considerada como el éter dador de vida invisible, el aire se ha hecho más visible, y algunas veces una amenaza contra la vida como resultado de contaminantes como el smog, pequeñas partículas de polvo agitadas por el viento, y humo provocado por incendios, chimeneas comunes y de fabricas. En muchas ciudades del mundo, las alertas de contaminación en el aire se han hecho cotidianas. No podemos escapar de la contaminación del aire ni en espacios cerrados. Vapores y partículas de cigarros, aerosoles, aparatos con gas y productos de limpieza permean el aire. Hasta el perfume libera compuestos volátiles que pueden provocar alergias en algunas personas, así como las partículas de polvo y la caspa de mascotas.

Los niños deben estar atentos de la calidad del aire que respiran: de saber donde y cuando es seguro andar en bicicleta o patines, actividades que involucran inhalar grandes bocanadas de aire, frecuentemente cerca de avenidas y calles transitadas. Si sufren de alergias o de asma, los niños deben se saber cuándo esperar y como evitar el polen, el moho y el polvo en el aire.

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