TAMARACK: Responsabilidad, Comunidad y Autenticidad
Por Bill Paterson
Traducido por Ignacio Barbeito Sánchez
Historicamente la educación era una responsabilidad de la comunidad: los niños aprendían de los adultos y de otros niños con los que entraban en contacto. Esto constituía el núcleo de la escolarización para la mayor parte de la gente hasta el desarrollo de del sistema público de enseñanza a finales del siglo XIX. Fue entonces cuando el “negocio” de la educación comenzó. La educación (aprender) tendría lugar en un centro de enseñanza (colegio) bajo la dirección de un educador profesional (profesor). Las materias serían organizadas en paquetes independientes y fragmentados denominados disciplinas. El resultado ha sido que los colegios son con frecuencia mundos en sí mismos y están aislados de sus comunidades y de los recursos disponibles en ellas. Los estudiantes -y algunos profesores también consideran los colegios como el único lugar donde tiene lugar la educación “verdadera”. Al mismo tiempo, sin embargo, a menudo ven el colegio como algo que tiene poco que ver con la vida real. Y tienen razón! Los colegios hacen un gran trabajo en preparar a los alumnos para más estudios; con frecuencia no hacen un trabajo tan bueno educando a los chicos para la vida.
Una de las razones principales para el aislamiento de los colegios con respecto a sus comunidades es la estructura típica de la institución: cuatro periodos de 75 minutos y cuatro asignaturas distintas por día. Las excursiones al campo o incluso los proyectos de estudio en la comunidad perturban el desarrollo fluido de la institución. El resultado es que la estructura de la institución desanima a la interacción con la comunidad fuera del colegio y frecuentemente se interpone en el camino de una enseñanza relevante y que merece la pena.
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