Cartografía de la Naturaleza

Por Mark Batcheler
Traducido por Gustavo Adolfo Meneses Benavides

Puede ser intimidante enseñar educación ambiental en algunos campus escolares. A menudo, el patio de recreo está bordeado por poco más que una pequeña franja de vegetación o está ajardinado con césped excesivamente arreglado y árboles y arbustos que no son originarios del lugar. Afortunadamente, la naturaleza es dinámica e, incluso, en escenarios urbanos y sub-urbanos se pueden encontrar remanentes de habitats originales en senderos e hileras de coníferas o árboles de hoja caduca que crecen alrededor del campus. Dichos remanentes ofrecen oportunidades para investigar el hábitat original y para investigar las especies que siguen creciendo en el en el patio de recreo escolar. La cartografía de la naturaleza es una valiosa herramienta para estas actividades, ya que no solo ofrece una razón para la exploración sino que también alienta a los estudiantes a completar los «espacios en blanco», a buscar lugares que aún no han explorado.

Comenzando un mapa
Como punto de inicio para construir un mapa, le pedí a los estudiantes trazar en el mapa cuantas características del patio pudieran recordar y les pedí que crearan su propia inscripción para esas características. Esto puede realizarse ya sea de manera individual o en grupos, dependiendo de la edad y del número de estudiantes. Con los estudiantes menores de 12 años, normalmente dibujo un mapa en el tablero y los dejo agregar los detalles. Luego les dejo dibujar una copia de este mapa con lo mejor de su talento. Esta forma de cartografía es como un juego de memoria: empuja a los estudiantes hasta el filo de su conocimiento, atrayendo su visión mental a detalles que han apropiado a través de la experiencia diaria de su entorno. Es suficiente a este punto entregar papel, lápices, borradores, marcadores y crayones.